El trabajo y el hombre
El cuento
Los inválidos del escritor Baldomero
Lillo, publicado en 1904, narra la explotación laboral del caballo Diamante, en
los socavones carboníferos bajo el mar chileno en Lota. Un bello y dramático
relato.
El hombre
y el animal, faenan la riqueza de quienes son dueños de los yacimientos mineros
del país, cuenta la citada obra literaria.
Bien
sabemos hoy que después de extraer durante más de 150 años las riquezas
hulleras en esa región sureña, hace casi 2 décadas las minas fueron cerradas. Nunca
los trabajadores y sus familias de esas zonas supieron de alguna prosperidad.
Dice un
canto coreado históricamente por millones de trabajadores en el mundo que el
trabajo es fuente de la felicidad humana. En verdad así debiera ser.
Si vamos
en un viaje al pretérito del hombre hallaremos que él mismo es producto, y
creación del trabajo. Así lo dice Federico Engels, compañero de ideas del
ilustre pensador Carlos Marx. Coincide Engels con el científico Darwin cuando
este describe a aquellos antepasados nuestros, la raza de monos antropomorfos
con especiales características que en miles de años fueron experimentando
transformaciones de sus órganos, entre ellos la mano que llega a ser libre y
plena de destreza y habilidad. En resumen la mano humana, es creadora de
trabajo.
En los
tiempos actuales del capitalismo avaro, el trabajo y el hombre que lo ejecuta
como acción creadora del patrimonio material y cultural existente ha sufrido
transformaciones. El signo principal es el irrespeto hacia el ser humano, el
menoscabo de su condición como ser social. Una persona sin trabajo o mal
retribuida por su faena es agredida en su dignidad (…)
Cada año
y desde 1889 el Primero de Mayo los trabajadores del mundo recuerdan a quienes
legaron con sus sacrificios y luchas en diversas ciudades de EE.UU. y
principalmente en la entonces ciudad de Chicago en 1886, la demanda por el
respeto a la jornada de 8 horas de labor, y a recibir el más justo trato
salarial por su trabajo creador de riqueza. La historia de la sociedad humana
es también la historia de las más horrendas masacres de millones de
trabajadores. Todavía imperan en la actualidad en nuestro mundo social formas y
tratos casi medievales de explotación de hombres, mujeres y niños.
Sólo cuando
se transforme el actual modo de producción mediante la acción de los
trabajadores organizados y portadores de una clara conciencia social de clase, se
hará realidad aquel verso de la Internacional, que señala al trabajo como
fuente de la felicidad humana.
Carlos
Poblete Avila
Profesor
de Estado
Chile, abril
24 de 2013.